El conflicto entre Israel e Irán ha alcanzado niveles sin precedentes desde el 13 de junio de 2025, cuando Israel lanzó una ofensiva aérea masiva, denominada Operación León Ascendente, contra instalaciones nucleares y militares iraníes. El ataque resultó en la muerte de al menos 12 altos mandos de la Guardia Revolucionaria Islámica (IRGC) y científicos nucleares, según fuentes iraníes.

En respuesta, Irán ejecutó una serie de ataques con más de 200 misiles y drones, alcanzando ciudades israelíes como Tel Aviv, Haifa y Beersheba. A pesar de que el sistema de defensa israelí Iron Dome interceptó la mayoría de los proyectiles, se reportaron 24 muertes y más de 590 heridos en Israel.

La ofensiva israelí fue precedida por operaciones encubiertas de Mossad, que incluyeron sabotajes con drones en instalaciones iraníes, debilitando la capacidad de respuesta de Teherán . Además, se ha informado de un éxodo masivo desde Teherán, con más de 100,000 personas desplazadas debido a los ataques y la incertidumbre política.

En el ámbito diplomático, las conversaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán, que habían comenzado en abril, fueron suspendidas por Teherán tras los ataques israelíes. El presidente Donald Trump indicó que Irán ha mostrado disposición para retomar las negociaciones, aunque sin compromisos claros.

La comunidad internacional ha expresado su preocupación por la escalada del conflicto. El Papa León XIV hizo un llamado a la “responsabilidad y la razón”, instando a ambos países a evitar amenazas existenciales y a buscar soluciones pacíficas.

Mientras tanto, el impacto económico ha sido significativo, con un aumento de más del 10% en los precios del petróleo debido a las interrupciones en el estrecho de Ormuz, una ruta clave para el transporte energético.