
Este 23 de abril se conmemora el Día Universal del Libro, una herramienta de transformación, conocimiento y encuentro. En esta fecha tan especial, donde honramos a la literatura en todas sus formas, queremos resaltar una nueva voz que se suma a las letras mexicanas.
Se trata de Renata Allen, originaria de Cerro Azul, Veracruz, quien debuta con su primer libro “Clases de natación”(2025), publicado por Editorial Caracola. Licenciada en Letras Hispánicas por la Universidad Autónoma de Nuevo León.
Para conmemorar este día, Renata nos comparte su visión sobre la escritura, el proceso de publicar por primera vez y lo que significa abrirse paso en el universo literario.
Acompáñanos en esta entrevista exclusiva para Sinergia Periodismo en Movimiento.
- ¿Recuerdas el momento en que decidiste que querías ser escritora? ¿Qué te impulsó a dar ese paso?
Decir que fue una “decisión” me resulta impreciso. Fue algo más bien espontáneo, casi accidental. Nunca me senté a pensarlo con seriedad. Me considero una mujer sencilla, alguien que, como aprendió a nadar sin planearlo, guiada solo por el placer del agua y el movimiento, también llegó a la escritura dejándose llevar. Sigo mucho lo que mi cuerpo me dice: lo que me resulta estimulante, lo que me sacude, lo que me hace sentir viva. En algún momento —que no sabría ubicar con exactitud— escribir se convirtió en eso. En algo que me estremecía. Y lo seguí.
- ¿Qué libro o autora marcó tu infancia y te inspiró a comenzar a escribir?
Me gusta que se pregunte por la infancia, aunque en ese entonces nunca imaginé ser escritora —ni escritora ni nada, en realidad—. La infancia es una etapa donde no decides, solo deseas. Yo quería ser madre. Así, sin más, como parte de los juegos y las fantasías que me habitaban. Aun así, hubo una autora que me marcó y a la que sigo admirando: Charlotte Brontë, con Cumbres Borrascosas. Su intensidad sin disfraces, esa violencia emocional que parecía contener todo lo que yo no sabía que sentía, me conmovió profundamente. Me dejó una lección que sigue conmigo: si no eres sincera con tus deseos, si los ocultas o los evades, la vida se encarga de desbordarlos. O de destruirte. Pero incluso en esa destrucción, hay una forma de belleza. Hay esperanza.

- ¿Qué importancia tiene para ti este día como creadora de historias?
Ninguna especial. No suelo conmoverme con lo institucionalizado. Creo que el valor está en lo cotidiano, en lo silencioso. En ese instante en que un libro te sacude, en que una frase te habita, en que algo te despierta. Cada vez que una historia me inspira no solo a escribir, sino a vivir con más profundidad, más atención, más presencia, siento que eso basta para celebrarlo. No necesito un día marcado en el calendario. Lo verdaderamente importante ocurre fuera de agenda.
- ¿Cuál fue el primer texto que escribiste con la intención de que alguien más lo leyera?
Fue un cuento negro, un relato sobre un crimen, influenciado por lo que leía en ese momento: Sobre los huesos de los muertos, de Olga Tokarczuk. Lo escribí para un concurso universitario. Lo recuerdo con cierta distancia —y con algo de vergüenza— porque era un cuento torpe, desarticulado, aunque entre sus líneas había imágenes que aún hoy rescataría. A pesar de todo, fue mi primer intento serio por ser leída, por exponer algo mío al juicio de los demás. Ese gesto, más allá de cualquier resultado, ya lo hace importante. Incluso si obtuvo el primer lugar, para mí sigue siendo un fracaso… pero uno necesario.
- ¿Qué le dirías a una niña o joven lectora que hoy, Día Mundial del Libro, sueña con ser escritora como tú?
Le diría que se observe con la mayor honestidad posible. Que se mire de frente, sin disfraces, y se pregunte: ¿qué partes de ser mujer quiero habitar y cuáles no? Que lo haga sin culpa, sin miedo, sin la necesidad de gustarle a nadie. La sinceridad es el punto de partida —pero no la que se lee en frases motivacionales, sino esa sinceridad que incomoda, que sacude, que a veces duele. Y que si su deseo es amar, que ame; si es escribir, que escriba; si es tener un oficio, que lo busque. Pero que no se traicione. Porque no hay mayor felicidad —y lo digo convencida— que vivir una vida propia, incluso cuando eso implique caminar de la mano con las partes más oscuras de una misma.
Al concluir esta entrevista, Renata Allen nos comparte su visión sobre la escritura como un proceso auténtico y espontáneo. En el Día Mundial del Libro, reflexionamos sobre cómo los relatos y las experiencias personales pueden convertirse en piezas de gran valor, no solo para los lectores, sino también para los propios escritores. Con su primer libro “Clases de natación” a la vuelta de la esquina, Renata se posiciona como una voz única en la literatura contemporánea, invitándonos a ser fieles a nosotros mismos y a nuestras pasiones.
Gracias por habernos acompañado y por compartir este espacio con una autora que continúa explorando nuevas formas de narrar y conectar con el mundo.