
Con la reciente muerte del papa Francisco el pasado 21 de abril, la Iglesia Católica entra en un momento decisivo. El cónclave ya está en marcha y todas las miradas apuntan hacia Roma. Entre los nombres que más resuenan como posibles sucesores, uno destaca con fuerza: el cardenal filipino Luis Antonio Tagle.
Con 67 años, Tagle es conocido como el “Francisco Asiático”, apodo que refleja tanto su estilo pastoral cercano y humilde como su compromiso con una Iglesia inclusiva y orientada hacia los más pobres. Su enfoque dialogante, su fuerte conexión con el Papa emérito y su visión moderna lo han posicionado como uno de los grandes favoritos en este cónclave, con casas de apuestas que le dan probabilidades de 3:1.
Nacido en Manila en 1957, de padre tagalo y madre de ascendencia china, Tagle ha crecido entre distintas culturas y tradiciones religiosas. Su formación académica incluye estudios en Teología en Estados Unidos, y su abuelo chino –de raíces budistas y confucianas– le inculcó valores de justicia y rectitud que aún lo definen. Él mismo ha dicho que su herencia multicultural lo ha hecho más sensible a los desafíos de una Iglesia verdaderamente global.
Actualmente prefecto de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, ha tenido un papel clave en la expansión del catolicismo en Asia y África, regiones que concentran el mayor crecimiento de fieles. Su perfil internacional y su carisma natural lo han convertido en una figura muy querida, incluso fuera del mundo eclesial.
No todo ha sido perfecto: su gestión administrativa al frente de Caritas ha recibido críticas, especialmente en un momento donde el Vaticano enfrenta una seria crisis financiera. Sin embargo, para muchos dentro y fuera del cónclave, su estilo pastoral, su capacidad de diálogo intercultural y su fidelidad al legado de Francisco podrían pesar más que cualquier sombra.
Si Tagle es elegido, no solo sería el primer Papa asiático, sino también el símbolo de una Iglesia que se aleja del eurocentrismo y apuesta por una visión verdaderamente global, dialogante y humana. El mundo católico espera.