
Con la participación de 16 delegaciones provenientes de las ocho regiones del estado, este lunes comenzó oficialmente la Guelaguetza 2025, una de las fiestas culturales más emblemáticas de México. Celebrada en el Auditorio Guelaguetza desde 1932, esta edición reafirmó su carácter tradicional y ancestral, pero también envió un poderoso mensaje de inclusión y no discriminación.
Como dicta la costumbre, la celebración arrancó con el Jarabe del Valle, donde las mujeres de los Valles Centrales lucieron faldas coloridas que evocan la flora oaxaqueña. Le siguió el Istmo de Tehuantepec, con el inconfundible traje de la tehuana, conocido mundialmente por sus bordados florales en terciopelo, símbolo de identidad y orgullo.
Este año, la Guelaguetza marcó un hito al permitir por primera vez que una mujer participara en la Danza de los Diablos, una tradición afrodescendiente hasta ahora interpretada exclusivamente por hombres. La agrónoma Bertha Toscano, originaria de Collantes, rompió esa barrera con su participación, destacando la importancia de la equidad de género en las comunidades indígenas y afromexicanas. “Crecí viendo cómo solo los hombres bailaban, pero ahora tenemos los mismos derechos”, expresó emocionada.
Otro momento significativo fue la interpretación de la Canción Mixteca en lengua originaria, pieza compuesta por José López Alavés, que evoca la nostalgia del migrante oaxaqueño. En el auditorio, los asistentes corearon “Qué lejos estoy del suelo donde he nacido”, mientras ondeaban sombreros de palma, en un gesto de solidaridad con los paisanos migrantes que enfrentan dificultades bajo las políticas migratorias del presidente estadounidense Donald Trump.
La ceremonia inaugural también incluyó la representación de la Diosa Centéotl, deidad prehispánica del maíz. Este año fue encarnada por Patricia Casiano Zaragoza, originaria de Huautla de Jiménez, quien recordó en su mensaje la importancia de respetar y preservar la identidad de los pueblos originarios, muchos de los cuales aún enfrentan discriminación y exclusión.
Así, la Guelaguetza 2025 no solo honró la riqueza cultural y ancestral de Oaxaca, sino que también se consolidó como un espacio que evoluciona hacia la inclusión, el respeto y la justicia social.