Hablemos claro del chismecito de la semana en la industria automotriz, que es el motor de nuestra economía en tierras poblanas. No es que estemos con el coche descompuesto, pero sí que se prendió la luz de “Check Engine” y se siente ese sudor frío donde sabes que el mecánico hará su agosto a tus costillas.
Después de un rato en el que parecíamos ir en quinta, el mercado interno de coches nuevos metió el freno de mano. En junio de 2025,INEGI y la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA) dieron a conocer que las ventas se fueron para abajo un 5.9% comparado con el mismo mes del año pasado. ¡Imagínate, es el peor junio desde que la pandemia nos encerró a todos! Y no es solo un mes malo; en lo que va del año, cerramos el primer semestre con una baja del 0.2%.
¿Y por qué la gente no está comprando tantos autos? Pues verá usted querido lector, hay varias cosas: la competencia está durísima porque ya llegaron un montón de marcas nuevas, la economía anda medio incierta y la gente prefiere guardar su dinero, y para acabarla, los aranceles que nos puso Estados Unidos, esos hacen que las piezas salgan más caras y, por ende, los coches también. ¿Quién quiere gastar más si no hay necesidad?
Aunque la producción de autos en México subió un poquito (un 0.94% en el primer cuatrimestre), la verdad es que las exportaciones no andan muy bien. Bajaron un 7.29% en el mismo periodo y siguieron en picada en mayo y junio.
Aquí el chismecito se pone internacional. Casi todos nuestros coches los mandamos a Estados Unidos, ¡más del 80%! Eso nos deja bien atados a lo que decida el tío Sam. Si ellos ponen aranceles del 25% a ciertas cosas, nos pegan directo en la cartera. No solo hace que nuestros productos sean más caros, sino que amenaza con desbaratar las cadenas de producción que tenemos con ellos.
Y para muestra un botón: la megaempresa china BYD ya dijo que va a esperar para construir su planta aquí en México por todo este rollo de la incertidumbre comercial con Estados Unidos. ¡Así de ruda está la curva! Parece que Trump logrará que las fábricas regresen a su país con incentivos y reglas a su favor, lo que nos complica mucho la situación.
La verdad es que al sector automotriz mexicano le espera un camino con baches. Con menos ventas y con el pleito de los aranceles, tenemos que ser bien estratégicos. Sí, esperamos que las cosas mejoren en la segunda mitad del año, pero la industria tiene que volverse más fuerte y adaptable. ¿Cómo? Buscando vender carros a otros países que no sean solo Estados Unidos, e invirtiendo en tecnología para no quedarnos solo en armar coches.
México tiene el talento y las ganas para seguir siendo un jugador importante en el mundo automotriz. Pero este es el momento de cambiar el chip y ser más creativos. Ya se puso la luz amarilla, así que hay que bajarle a la velocidad, pero también pensar bien cómo vamos a seguir adelante en este Highway to Hell.