El pasado 3 de julio, una avioneta con 428 kilogramos de cocaína fue interceptada en Tecomán, Colima, por autoridades mexicanas. El secretario de Seguridad y Protección Ciudadana de México, Omar García Harfuch, informó que la aeronave provenía de El Salvador, basándose en datos del Centro Nacional de Vigilancia y Protección del Espacio Aéreo. El valor estimado del cargamento es de 96 millones de pesos mexicanos.

Sin embargo, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, desmintió esta versión y aseguró que la avioneta no sobrevoló el espacio aéreo salvadoreño. Bukele explicó que la aeronave fue detectada por Costa Rica, y presentó una imagen validada por el Comando Sur de Estados Unidos que muestra que la ruta de la avioneta sobrevoló únicamente el océano Pacífico sin ingresar a territorio salvadoreño. Además, señaló que los tripulantes son mexicanos, identificándolos por nombre y lugar de origen.

Este intercambio de versiones ha generado tensiones diplomáticas entre ambos países. La presidenta de México, Claudia Sheinbaum, intervino para pedir no politizar el asunto, mientras que el gobierno mexicano mantiene la postura de García Harfuch. Este incidente resalta la complejidad de la cooperación regional contra el narcotráfico y la necesidad de una comunicación clara y basada en hechos para evitar malentendidos y preservar la relación bilateral.